lunes, 31 de mayo de 2010

Verde azulado

Porque tus ojos son los únicos que quiero volver a mirar.
Mi única adicción.
La única sensación que me embriaga, profundizando, retorciéndose,
y a su vez, fluyendo como extensas oleadas de calor
provenientes de una mar rizada, que es su color.
Mi único vicio.
El resto de mi existencia se coordina dibujando sinrazones,
para así encontrar placebos que me hagan olvidarlos.
Sucedáneos.
Se me aparecen tonos aproximados al de la fruta del olivo;
pero me recuerdan demasiado a aquellas canciones
que solías susurrarme al oído...
Otras veces se asimilan más al punto exacto del otoño
en que los amantes y los odiantes encuentran su equilibrio
para fundirse con esa seronda que cubre los campos.
Pero ya nunca son los tuyos.
Siempre los de otros, mi amor.
No importa la infinidad de ojos en los que puedan verse reflejados
mis suspiros de placer, ni el tiempo que siga consumiendo esa sucia metadona de orgasmos vacíos que todos ellos constituyen para mí.
Da igual. No funciona.
Pero sé que seguiré enganchada a ella hasta que encuentre
ese color que sea lo suficientemente parecido al tuyo,
lo suficientemente parecido al mar;
como para que me haga desear ahogarme en sus violentas aguas
día tras día, como una vez hice contigo,
y no deje que vuelva a acordarme de ti.
De ti, conmigo.

“Parada frente al mar
mientras el mundo gira”.