miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cazador

– Somos cazadores natos – she said – Y no podemos evitarlo.
Hacemos complicado lo incomplicable. Huimos de los atajos, de lo rápido, de lo fácil. Podríamos comprar carne en la carnicería, conformarnos con una ensalada, o incluso quitarnos de movidas y picar algo de lo que tenemos a mano en casa. Pero nosotros no somos así... Odiamos que nos den las cosas hechas.
Nos “enamoramos” de algo, hasta que por fin lo conseguimos. Hasta que lo cazamos con nuestros propios medios y nos sentimos realizados.
Por lo menos en un primer momento. Porque después esa felicidad se nos pasa con una velocidad directamente proporcional al tiempo o al esfuerzo que nos ha costado conseguirla. Y en ese tiempo (más o menos largo) de felicidad, es cuando exponemos nuestra caza al mundo y nos sentimos orgullosos. Muy orgullosos. Hasta que encontramos algo que parece más difícil todavía, y simplemente olvidamos al animal cazado y nos centramos en la novedad.
Nos encanta enredar las cosas. Querer algo y dejar de quererlo en cuestión de días, horas... Y lo peor de todo no es eso, sino las heridas que han surgido a diestro y siniestro consecuencia de la caza, las cuales no siempre están en nuestro propio cuerpo.

– ¿Así que el fin justifica los medios?

– Lo divertido son los medios, el fin nos la suda.

– Joder... ¿entonces qué pasa si no cazamos?

– Que nos morimos de hambre.

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